miércoles, 29 de noviembre de 2017

Desde el Crimen Perfecto Eloy Reverón

Es una manera de presentar un ensayo filosófico con título de novela negra mencionando en la escena a la víctima de un crimen sin indicios ni pruebas, sin cadáver ni arma homicida. Sólo sabemos que se llama Realidad.

Hallar las fronteras de la nada en el abismo de la realidad donde ya se han levantado todas las capas de la representación. Este es un problema que no existía en el mundo pre moderno. Entonces el problema de la incertidumbre no agobiaba a nadie porque existía una sola verdad y todos la asumían como tal. Existían los libros sagrados que determinaban las verdades absolutas.

Vivimos en un mundo donde el verdadero secreto es la realidad. La ilusión es más fuerte que la pasión y la pasión de la ilusión se ha hecho más sólida que el sexo y la felicidad. Pocos perciben que hemos sido aniquilados por la transparencia, avergonzados de nuestra propia desnudez.

La ciencia había sustituido la pantalla donde se reflejan las verdades absolutas, pero la piedra angular, punto de apoyo de ese mundo fue agrietada ante la incertidumbre de la nada. Todas las cosas se ofrecen como  una ilusión de sí mismas. La realidad no existe. Ha sido una invención de la monarquía, donde a falta de una ley que rigiera la realidad creó al Rey para regirla mediante su autoridad real.

Como hemos dicho, Jean Boudrillard acude al enunciado de una novela de humor negro donde ocurre un asesinato donde la víctima es la realidad, algo así como el exterminio de la ilusión vital y radical del mundo. Ni los móviles ni los autores han sido revelados, ni siquiera hemos encontrado el cadáver o el arma homicida para hacerles la experticia.

Las apariencias hacen al mundo un perfecto crimen desde la visión mítica de un pecado original que alteró la cosmovisión arrojándola al terreno del juego de apariencias seducidas por la ilusión definitiva. Enmascarados con nuestra propia apariencia no seremos idénticos ni a nosotros mismos. Al pensador francés le angustia “La ausencia de las cosas por sí mismas, y el hecho de que no se produzcan a pesar de lo que parece”.

Percibe que nos protegemos del mundo con una ilusión formal de la verdad. Tratamos de descifrar el mundo para librarnos de ese miedo. El vacío, el secreto y la apariencia pura son insoportables, sobre todo cuando la principal objeción que halla a la realidad es su carácter en cuanto a su sumisión  incondicional a todas las hipótesis que se han podido realizar en torno a ellas.

Pero esto no se queda aquí, apenas es el comienzo y merece el enlace con otra reseña vinculada al tema: nos referimos a la obra de René Guenon. Por ahora nos interesa dejar planteado un asunto: Desde Leibniz hasta la decadente postmodernidad trataron de darle respuesta. Los Vedas hablaban de Maya. Pero todavía no podemos determinar con seguridad que ambos mundos se referían al mismo objeto de nuestra atención: Realidad VS Ilusión.

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