sábado, 26 de noviembre de 2016

Para una erótica latinoamericana de Enrique Dussel Eloy Reverón

Penetrar una cultura es imponer un pensamiento único, hecho logrado a través del miedo perpetrado a través de las pólvora, el arcabuz, la lanza, la espada, el caballo, y del jinete blindado con el rostro cubierto con mayas de acero. 



Toda la tecnología de punta, disponible a finales del siglo XV y principios del siglo XVI, al servicio de la voluntad de poder de dos reinos que se convertirían en el Imperio donde nunca se pone el Sol. Matando a los hombres y preñando a las hembras para crear los señoríos de la cepa hispana. Multiplicando los siervos entre sus propias descendencias.

Esto es una panorámica general de lo que esencialmente aconteció en Indias, o en lo que hoy llamamos Indoamérica o América Hispana, y mejor aún, como dijo por primera vez Francisco de Miranda: Nuestra América. La erótica latinoamericana es el hecho primordial que serviría como telón de fondo a la reflexión presente en el libro que recomendamos.

Enrique Dussel descubre la realidad oculta en la cotidianidad de la dominación. Ilustra la implantación de un sistema de creencias a través de la violencia engendrada desde una acción de conquista que permutó en voluntad de poder. Continúa elaborando su interpretación dialéctica de una erótica que se ha pretendido presentar como la natural y científica del varón y la mujer, una sutil forma de dominación que sigue presente entre nosotros.

Por otro lado avanza el autor en la descripción de los momentos esenciales de una meta- física erótica que partiendo de la realidad latinoamericana se presenta como superación de la dialéctica totalizadora.

Nos hace pensar en el encubierto papel de un discurso cuidadosamente elaborado  para justificar el hecho concreto del sometimiento para dominación colonial, y aún, el control de las neuronas de la sociedad neocolonial, y en la forma como ha perdurado este vector de la fuerza de dominio colonial debido a su sistemática elaboración y la ingenuidad de la gente. 

Esta obra está dirigida a la mujer latinoamericana en la búsqueda de los argumentos que fundamentan su dignidad en la búsqueda de su liberación en el proceso de construcción de una sociedad de amor, tanto a nivel erótico como de justicia. 

Para pensar cara a cara al varón y la mujer en un mundo dependiente y apreciarlos en su justa dimensión al considerar la infravaloración de que ha sido objeto la mujer en esta sociedad machista y su perspectiva liberadora.

Para el dominador, la totalidad es un concepto donde el dominado queda excluido por estar impedido a ser considerado como "el otro", aquel a quien no se le permite ubicarse en frente. La independencia implica abandonar la opresión. Esta actitud es considerada por el dominador como algo inconcebible. La cultura de la dominación tiene como norma considerar subversivo y sujeto a represión. En el caso latinoamericano la mujer es un ser dominado por otro, igualmente sometido. 

La erótica latinoamericana es uno de los espacios donde Enrique Dussel aborda el tema de la liberación de la mujer y nos ayuda a construir una perspectiva histórica del problema feminista. 

Plantea el sentido de la erótica simbólica en primer término para luego abrirse en el señalamiento de los límites de la interpretación dialéctica de la erótica y la descripción meta-física del erotismo.

Comenta y nos hace reflexionar sobre la economía donde el varón enfrenta la naturaleza para ponerla al servicio de su pareja en la tradición remota, pero que la técnica y su incremento en la vida cotidiana trae un nuevo cara a cara que iguala dicha relación donde perdura la cultura como obra de la económica de la erótica, y en el siguiente capítulo nos explica exhaustivamente que la existencia del pro-yecto erótico, por su propia totalización, adquiere el significado de la alienación de la mujer en nuestra sociedad machista, en contrapartida de la bondad del Otro como proyecto alternativo donde perdura la caricia humana extensiva a los críos como intención pedagógica después de la gratitud expansiva en la caricia ética y fecunda. Pero a cambio, el fetichismo de la familia aristocrática latinoamericana, heredera erótica de los conquistadores transformada en una institución machista de los burócratas hispanos, criollos, encomenderos donde se acepta el apareamiento con la INDIA, la utilización erótica de la mujer pobre y hasta con la prostituta como algo aceptable. Para cerrar con broche de oro con la moralidad de la praxis de liberación erótica mediante el análisis y reflexión del contenido simbólico del tango Margot, donde esa erótica de la dominación ilustra con mejor claridad toda la hipocresía de esta supuesta monogamia.



viernes, 25 de noviembre de 2016

"La Primera Calle de Caracas I" por Eloy Reverón

Los primeros caraqueños llegaron navegando desde Paparo por el río Tuy hace más de 15 mil años. Eran los Mariches y los Taromainas o Toromaymas, entre las familias más numerosas. Los primeros llegaron hasta la fila que se encuentra en la falda del pico más alto del Guaraira Repano o Guararia Repano, conocido como lugar sagrado del piache Naiguatá. Aunque el cronista J.E.Montenegro no incluye al Naiguatá en su relación. Los excursionistas sabemos que la Fila Maestra está estrechamente ligada a la cadena montañosa.   
La cuenca del Guaire, según dato suministrado
por el profesor Oscar Rapetti, ocupa un espacio
geográfico de 74.000 kilómetros cuadrados 

Los Toromainas subieron hasta la cima de las montañas donde se forma el Guaire en un lugar conocido como Las  Adjuntas donde se juntan el río Macarao y el río principal que baja de los Teques, conocido ahora como el río San Pedro. Las cuencas del río Guaire y el río Tuy fueron el hogar de toda esa gente que después de la llegada de los españoles se fue mezclando con los invasores. Caracas responde a esa cultura milenaria que se estableció a lo largo y ancho de los ríos y quebradas. La colonialidad del poder intentó cambiarle el nombre por el de Santiago de León, y la cultura de resistencia popular impuso el recuerdo de Caracas. 
La Caracas hispana se guarneció entre los ríos
Caroata y Catuche, en los extemos oeste-este
Al sur El Guaire y al norte, en el extrecho de los dos ríos
el camino de Sanchorquiz

Su calle más antigua, que no debemos confundir con la primera calle de Caracas, corresponde a un milenario sendero que comunica el Valle de Caracas con la población de Macuto. Está ubicado en una loma que divide las aguas que se vierten en el Río Anauco y las que fluyen sobre El Catuche y la quebrada de Punceres.
En la tradición de Manuel Landaeta Rosales fue evocada como el lugar del heroico don Alonso Andrea de Ledezma. Este ingenioso hidalgo protagoniza un mito fundacional de la ciudad de Caracas donde figura como un valiente que enfrentó solo a los piratas ingleses en su célebre defensa de Caracas en 1595. De la cual nos ocuparemos en la próxima reseña.

El lugar del lance es una loma donde se inicia la vía que hoy se conoce como calle Norte 13. Atraviesa el espacio comprendido entre la primera calle que se encuentra al cruzar el puente sobre el río Anauco que establece el límite entre la parroquia San Bernardino y San José. 
En la parte superior izquierda se aprecia
la arboleda de eucaliptos identificada
por los excursionistas como La Zamurera
La avenida Panteón está ubicada en la entrada de la Quinta Anauco (La Casa Grande de la Hacienda) al entrar a lo que fue la antigua hacienda de San Bernardino.
Podemos ubicarla por la segunda  salida de la Avenida Boyacá situada frente al semáforo del Hospital de Clínicas Caracas, al cruzar el semáforo, al finalizar la pendiente está un Samán, al pasar la entrada del barrio Los Erasos, se puede apreciar a mano derecha una reja con una calle empedrada. Esa es la entrada del museo de Arte Colonial, antigua Hacienda del marqués del Toro. Residencia donde se alojó Simón Bolívar durante su última visita a Caracas en el años 1827.   


No debemos confundir a la Primera calle de Caracas, con la calle más antigua que la ciudad, vale decir el camino de INDIOS hacia Macuto el cual discurría por la vega oeste del río Anauco, por donde el pirata inglés sorprendió a la seguridad y defensa de la ciudad. Hoy avenida sur 13. La primera calle y la más antigua justamente tienen su intersección en la costa este del río Anauco, cruzando el puente de la Panteón. Salimos de la Estación Metro Parque Carabobo, y caminamos hacia el norte, lo podemos identificar porque al fondo se asoman las colinas del pico Ávila en el Guaraira Repano o Guararia Repano.
La entrada está poblada, no es la excepción
de poblada a la orilla de los manantiales
Así ha sido desde la Carcas milenaria
de los Toromainas.
También suele pensarse que la primera calle es la que concluye en la Puerta de Caracas, entrando por el antiguo camino de los Españoles identificado como camino de Sanchorquiz. 
La avenida norte sur se convirtió en una calle que conducía a los transeúntes desde esa avenida Panteón hasta después de cruzar la avenida Universidad frente al parque Carabobo, donde se encuentra la salida de la estación del Metro de Caracas denominada Parque Carabobo. Los "viejitos de La Candelaria" la rebautizaron como la 5ta avenida por ser la calle más transitada de la zona. Esto no es fortuito, las calles y las ciudades tienen un "alma".

Una vez que los transeúntes y conductores tienen visualizado el espacio geográfico que vamos a historiar podemos decir que entre ese trayecto que conduce desde esa esquina de Brisas de Gamboa en la avenida Panteón, bajamos hacia el sur por la esquina de la Esmeralda, le siguen Mirador, Avilanes y Candilito. Allí cruzamos la avenida Urdaneta visualizamos la estatua ecuestre del prócer zuliano en la plaza del mismo nombre. 

Bajando unos escalones nos encontramos frente a la plaza y la Iglesia de La Candelaria. La esquina sur oeste conocida como de la Cruz de la Candelaria precede a la esquina de Miguelacho y seguidamente nos encontramos en la esquina de la Misericordia a la cual identificamos con la avenida Universidad y el también citado parque Carabobo.
El parque Carabobo sustituyó a la Casa de la Misericordia
y al cementerio del Este.

Dice la tradición que las calles están impregnadas por un egrégor o egrégora. La palabra viene del griego y se traduce generalmente como el alma colectiva. Egregoroi significa estar despierto, consciente, en vela o alerta. Podemos entonces reproducir una serie de instantes en el Túnel del Tiempo para identificar ese espacio que hoy forma parte de nuestro ajetreo cotidiano, de nuestra alma colectiva.
Entrada del callejón Anauco,
Posible lugar de entrada de los Piratas
Ese sendero que concluye en un punto por donde estuvo ubicada una entrada de la ciudad. La que se identifica como Primera Calle en el  plano de la ciudad de Caracas, fechado en 1810, está justo en ese puente sobre el río Anauco que unía a la ciudad con el campo a través del sendero que llevaba a la casa grande del Marqués del Toro, un paseo campestre para los caraqueños de entonces. 

En tiempo de los Toromainas o INDIOS Caracas es una fila que establece una frontera natural entre la cuenca del río Anauco y la del Río Catuche. Para los INDIOS estos espacios eran sagrados porque constituían la fuente de su vida. Las vegas de los ríos y quebradas donde discurrieron más de quince mil años de cultura. Donde curiosamente también se fueron formando los primeros barrios caraqueños.
Esto es lo que queda del majestuoso río Anauco
2016 
A comienzos del siglo XVII, esta calle pierde preponderancia porque el camino que conduce a Maiquetía desde la puerta de Caracas en la parroquia La Pastora fue ampliado y empedrado bajo la gestión de gobierno de la Provincia de Venezuela, don Sancho de Alquiza, y que en su memoria solía llamársele el camino de Sanchorquiz, por apócope de su nombre y apellido. Esas cuatro leguas empedradas por la mano de obra India tienen otro espacio en el Túnel del Tiempo.

Este camino de los Guaicamacutos fue reseñado por un antiguo vecino de La Candelaria, Manuel Landaeta Rosales, de quien lo transmitiera para nosotros, otro vecino de la Esquina de Miguelacho, el doctor Miguel Santana Mujica (1928-2009), quien solía decir que en la parroquia de La Candelaria debía de existir una estatua para la memoria de Manuel Landaeta Rosales (1847-1920). 

El relato de la calle está vinculado a la historia de la seguridad y defensa de la ciudad. Eran los días finales de mayo del año 1595 cuando llegó a Caracas la noticia de la presencia de los capitanes piratas Amías Preston y Georges Sommers merodeando por la Isla de Puerto Santo al norte de las Islas Madeira ocupada por viejos soldados a quien los reyes de Portugal se las habían otorgado en premio a sus servicios a la Corona, y que estos mismos saqueadores habían sitiado recientemente a Cumaná.

El 17 de mayo anclaron en la isla Los Testigos, pero fue entre los días 20 y 21 de mayo que habían atrapado a cuatro españoles y a sus esclavos negros para llegar a altas horas de la noche a las cercanías de la población de Cumaná, a la cual no pudieron llegar sino hasta el amanecer por lo agitada que estaba la marea.
Pinaza nave indispensable para maniobras de corso y piratería
(Herejes en el Paraíso: Georget-Rivero 1994)
Acercadas las horas del medio día, dos veleros tripulados por unos filibotes o filibusteros de la población Middelburgh, Países Bajos, se les acercaron al ver que estaban anclados y enviaron sus esquifes al almirante. 

El tema es que avisada Cumaná de la presencia de Emias Preston se replegaron a las montañas con todas sus pertenencias y ofrecieron un rescate razonable a los piratas si decidían no quemar ni saquear la ciudad. Así lo hicieron, cobraron y se marcharon, no sin antes tomar tres carabelas a las cuales les quitaron las provisiones consistentes en algunas tiras de tocineta, algo de maíz y trigo de Guiny.

Los piratas conocían nuestra costa como de los “Caracos, en el camino de S.Iago. Esta es una maravillosa tierra alta, tan alta como el pico de Tenerif.”(Georget-Rivero. P. 156) 
En esta obra magistral, los historiadores
Henry Georges y Eduardo Rivero    
refieren documentos que desmitifican
la leyenda fundacional del
Caballero de Ledezma 

Robert Davies, uno de los hombres de la tripulación describió la llegada dificultosa por lo picada que estaba la mar, pero encontraron un arroyo contra el fuerte al cual pudieron acceder mediante un bote. Tomaron el fuerte sin mayor resistencia, luego entraron al bosque y pudieron llevar al comandante del fuerte quien les dijo que ya en Caracas sabían de su presencia en la costa, y que el camino hacia la ciudad era muy peligroso para el invasor porque habían construido un fuerte barricada en lo más alto de una colina donde el camino no tiene más que 25 o 30 pies de ancho y bosques tan tupidos que eran impenetrables. Los piratas se acercaron al camino y pudieron verificar la información que le había suministrado. El comandante se veía un hombre débil y mayor como para obligarlo a subir por el camino de INDIOS que le había revelado su existencia. Así que acudió a uno de los castellanos que había capturado en las carabelas de Cumaná, quien ofreció guiarlos por cualquiera de los dos caminos si le dejaban luego en libertad, lo cual le fue concedido.

Así fue como se inició la primera aventura de invasión a la ciudad de Caracas y la primera leyenda heroica de su defensa...

En la Próxima entrega:
El Quijote caraqueño diez años antes
del Quijote de Cervantes