Francis Bacon (1561-1626), combate la autoridad de Aristóteles y Santo Tomás al proponer que es necesario partir de los hechos para luego llegar a principios generales en lugar de partir de los principios a los hechos. En su Novum Organum que la ciencia se debe fundamentar en minuciosas observaciones y experimentos, las bases del pensamiento científico embrionario, es en este momento cuando surge el pensamiento científico, mediados del siglo XVII en Europa. Interesante y misterioso. Su vinculación con Shakespeare.
El
cuadro de Rafael, sobre el supuesto antagonismo entre Aristóteles y Platón. Los
judíos, el banco de Ámsterdam, en el momento de oro de Holanda, la flota de
comercio holandesa, el desarrollo del arte y la cultura. Un momento de oro de
la cultura occidental. Este esplendor de las provincias unidas de lo que había
sido el Flandes español, que luego se independiza.
Seguimos agregando elementos. El interés nuestro va más allá del mero mérito en cuanto al método de la
ciencia. Nos interesa llamar la atención sobre la visión geopolítica en cuanto a los círculos que él
frecuentaba, que es donde se concibe su proyecto del Gobierno de los mejores.
Espinoza y Menjamed Ben Israel. La distopía de la Nueva Atlantis, se traslada de Pernambuco a Surinam, Paramarimbo.
Establecidos los Holandeses en la Guayana.
Es el
avance del pensamiento científico, el esplendor del pensamiento humano, la
época del barroco. En América este barroco tiene matices propios. Aquí es la
fuerza y el vigor. Es la pedagógica cristiana liberadora emprendida por los
Jesuitas, es la cristiandad institucionalizada que llega tomada de manos con la
expansión colonial hispana.
Sobre el carácter ontológico de la realidad que hemos heredado de la
Modernidad es el ser humano el punto de partida, René Descartes (1596-1650),
David Hume (1711-1776) y Emmanuel Kant (1724-1804), para todos ellos la
realidad parte del pensamiento de si mismo, del Pienso y Luego Existo. Martin Haidegger
(1889-1976) parte de la idea del ser-ahí y que el filósofo concibe como
ser-en-el-mundo o el ser en su práctica cotidiana de existir. A esta idea le
llama Dasein que es la palabra alemana que la define. Se refiere a un ser que
se halla a sí mismo flotando en la existencia de un mundo que arrancó hace
rato, que ha acumulado experiencia de generaciones, con pertenencia a una
comunidad histórica, y que por lo tanto posee formas de otorgarle sentido. Lo
más relevante es considerar que nuestra mirada está condicionada por nuestras
inquietudes, deseos o algún interés personal orientado hacia la satisfacción y
que por lo tanto no se trata de una mirada neutral, por más que nos lo
propongamos. Esto conlleva a que nuestras interpretaciones y acciones que en
este mundo emprendemos nos conduzcan a hacernos cargo de nosotros mismos y de
todas las inquietudes que surgen a raíz de hacernos responsables de todo lo que
esto significa.
Haidegger propone partir de la sociedad, de su cultura, de su tiempo, de
las clases sociales a los que los individuos pertenecen, que ellos articulan
sus inquietudes porque los individuos son seres sociales e históricos y para hacernos
una idea de cómo ellos comprenden su existencia, configuran sus mundos y se
desenvuelven en ellos, es necesario despejar sus condiciones históricas y
sociales.
Luego
será la filosofía de un discípulo de Heidegger,
Hans Georg Gadamer (1900-2002), la que desarrollará en la hermenéutica
la premisa de que todo conocimiento está precedido por un pre-conocimiento que
proviene de la cultura como soporte del mismo.
Partiendo
de la premisa de Nietzsche de que no existen hechos sino interpretaciones que
hacemos de ellos, Haidegger cuestiona al ser transcendente de la metafísica que
siempre halló una piedra en el fondo que lo sustenta, de acuerdo a esto no
existe una realidad concreta, sino las constantes interpretaciones que
generación tras generación hacemos de ella, y esas interpretaciones se
transmiten a través del lenguaje que finalmente es donde reside el ser, según
la interpretación de Haidegger.
En este mundo de las interpretaciones ya había
intervenido Nietzsche al apuntar la idea de que cuando una interpretación
prevalece sobre otra, lo hace no en función de su verdad, sino de su poder.
Bajo el título Filosofía de la Realidad Histórica (1989),
publicada posteriormente por la editorial Trota en 1991. Ignacio. Ellacuría
había elaborado un análisis de los relatos de la pasión de Cristo desde la
hermenéutica histórica y desde la eucaristía como teólogo. Pero la reflexión
filosófica de Ellacuría fue elaborada como parte de la Teología de la
Liberación que trasciende lo meramente religioso, adentra en la Filosofía de la
Liberación y en la Filosofía de la
Historia para transitar por los derroteros de la ética cristiana y nos lleva a
la continuidad y al rumbo propio tomado en torno a la inteligencia sentiente,
la inteligencia y la realidad como tema de reflexión filosófica que ya había
asumido su maestro y primer tutor, el filósofo vasco Xavier Zubiri (1898-1983).
El tema de la realidad
es algo más complejo que el carácter de praxis que presentó la realidad
histórica encaminada por la noción de veurum
factum que nos había proporcionado Giambattista Vico (1668-1744) porque lo
replantea desde la equivalencia entre el verum
y el faciendum donde la verdad de la
realidad no es lo que ya se ha realizado que es apenas una parte de la
realidad, sino que es lo que está haciéndose y lo que está por hacerse es la
realidad (Reverón 2015).
Pero la comprensión de
la realidad histórica entendida no solo como lo que ha sucedido sino como
correa de transmisión con lo que está sucediendo como historia en el mismo
presente que estamos viviendo es una premisa, pero falta algo que forma parte de la realidad
que estamos viviendo, porque lo que estamos estudiando es la historia un
conflicto, entendemos por necesidad aquella frase repetida hasta el cansancio:
“Con una visión fantasiosa de la historia, no podemos tener una visión real del
presente”. Aún con todo lo expresado debemos también aclarar que vamos más allá
del historicismo entendido como lo explicaron los historiadores desde finales
del siglo XIX y principios del XX: consideraban partir de la premisa de que el
conocimiento del pasado es posible partiendo del hecho de que la historia es
resultado de acciones conscientemente producidas y que los documentos
históricos daban respuesta a preguntas
formuladas en el presente como si el razonamiento fuera homogéneo y existiera
permanencia del significado en los vestigios materiales. La clave del sentido
de la historia está en el presente entendido como última fase del desarrollo
histórico logrando apropiarse del sentido de los vestigios del pasado. El
marxismo oficial advirtió que ese historicismo daba cuenta de que en el espacio
de las ideas, la cultura, el simbolismo y las imágenes pertenecen a la
supraestructura o simplemente surgían efectos en un plano secundario. En tal
sentido Antonio Gramsci y Walter Benjamin guardaron distancia del marxismo
oficial del siglo XX y ofrecieron dos versiones diferentes del materialismo
histórico haciendo hincapié en el hecho de que los seguidores de esa corriente
de pensamiento otorgaron demasiada importancia al carácter materialista de la
historia y con escaso análisis, no solo en el significado de la palabra
historia, sino también en el significado del materialismo.
Benjamín en sus tesis
sobre filosofía de la historia, elaboradas hasta 1942, criticó las grandes
carencias de la cultura dominante, advirtió que la función de la historia no se
podía limitar al simple hecho de informar lo acontecido en el pasado porque la
información por sí misma no produce ni transmite experiencias y donde esta
transmisión es interpretada con la metáfora de un cruce de caminos donde
convergen el pasado, el presente y el futuro, “La información por si no produce
experiencias” (Reyes López,2005) La experiencia se vive, no se puede narrar
porque la experiencia de la realidad no es transmisible, siempre ofreceremos
una interpretación de la realidad, a través del arte, comunicamos experiencias
por analogía, una interpretación de la realidad.