Es una manera de presentar un
ensayo filosófico con título de novela negra mencionando en la escena a la
víctima de un crimen sin indicios ni pruebas, sin cadáver ni arma homicida.
Sólo sabemos que se llama Realidad.
Hallar las fronteras de la
nada en el abismo de la realidad donde ya se han levantado todas las capas de
la representación. Este es un problema que no existía en el mundo pre moderno.
Entonces el problema de la incertidumbre no agobiaba a nadie porque existía una
sola verdad y todos la asumían como tal. Existían los libros sagrados que
determinaban las verdades absolutas.
Vivimos en un mundo donde el
verdadero secreto es la realidad. La ilusión es más fuerte que la pasión y la
pasión de la ilusión se ha hecho más sólida que el sexo y la felicidad. Pocos
perciben que hemos sido aniquilados por la transparencia, avergonzados de
nuestra propia desnudez.
La ciencia había sustituido la
pantalla donde se reflejan las verdades absolutas, pero la piedra angular,
punto de apoyo de ese mundo fue agrietada ante la incertidumbre de la nada.
Todas las cosas se ofrecen como una
ilusión de sí mismas. La realidad no existe. Ha sido una invención de la
monarquía, donde a falta de una ley que rigiera la realidad creó al Rey para
regirla mediante su autoridad real.
Como hemos dicho, Jean Boudrillard acude al
enunciado de una novela de humor negro donde ocurre un asesinato donde la
víctima es la realidad, algo así como el exterminio de la ilusión vital y
radical del mundo. Ni los móviles ni los autores han sido revelados, ni siquiera
hemos encontrado el cadáver o el arma homicida para hacerles la experticia.
Las apariencias hacen al mundo
un perfecto crimen desde la visión mítica de un pecado original que alteró la
cosmovisión arrojándola al terreno del juego de apariencias seducidas por la
ilusión definitiva. Enmascarados con nuestra propia apariencia no seremos
idénticos ni a nosotros mismos. Al pensador francés le angustia “La ausencia de
las cosas por sí mismas, y el hecho de que no se produzcan a pesar de lo que
parece”.
Percibe que nos
protegemos del mundo con una ilusión formal de la verdad. Tratamos de descifrar
el mundo para librarnos de ese miedo. El vacío, el secreto y la apariencia pura
son insoportables, sobre todo cuando la principal objeción que halla a la
realidad es su carácter en cuanto a su sumisión
incondicional a todas las hipótesis que se han podido realizar en torno
a ellas.
Pero esto no se queda aquí, apenas es el comienzo y merece el enlace con otra reseña vinculada al tema: nos referimos a la obra de René Guenon. Por ahora nos interesa dejar planteado un asunto: Desde Leibniz hasta la decadente postmodernidad trataron de darle respuesta. Los Vedas hablaban de Maya. Pero todavía no podemos determinar con seguridad que ambos mundos se referían al mismo objeto de nuestra atención: Realidad VS Ilusión.